Carta a un recuerdo: Leonardo Rendón.
Por
Leandro
Múnera
Muchas veces cometemos
errores que, sin darnos cuenta, nos ayudan a recordar que estamos vivos por
alguna razón, porque somos capaces incluso de apretar tan fuerte las nubes
hasta escurrirlas por completo para que nadie que nos importa, o casi del que
sabe de nosotros, llegue a enterarse que cometimos un error. En ocasiones, algunos
de esos errores que cometemos se olvidan rápidamente, porque no hay quien los
recuerde; pero no hay error más grande que olvidar el hecho de que cometimos un
error, el de olvidarte, amigo Leonardo. Pero no te hemos olvidado.
La memoria no nace, ni
siquiera desde el vientre de la flor, se hace cuando conoces tus propias
alcantarillas, la del cuerpo, la mente, o las palabras que drenan cada
indignación, cada cólera, cada frustración por los líderes de hoy, o las
vertientes de la felicidad cuando sientes o crees que eres por tan solo un
momento libre, diciéndolo así, que ninguna frontera existe, que hay puentes
para que nos comuniquemos antes de que el presidente dé la orden de ejecutarnos
por tener como arma este lápiz con el que escribo. Hay muchos idiotas en
el poder. ¿Qué tal allá donde estás?
Al igual que lo hago
conmigo, hoy tuve este momento para recordar que no fuiste capaz de apretar, ni
por un segundo, la rosa que cayó una vez en tus manos (no sé cuántas colocarían
en tu tumba porque no volví a saber de vos). Por aquí llueve tanto que no sé
qué es lo que está cayendo últimamente. Que caiga entonces lo que ha de caer,
“lo que no simplemente es que no me ha sido dado”.
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